El podio final de la 105 edición del Tour 2018 se decidirá en la única contrarreloj individual de este año con 31 kilómetros y un recorrido en constante sube y baja que no favorece a los especialistas puros.
El recorrido por las carreteras del País Vasco francés obligarán a los ciclistas a manejar con precisión casi matemática la elección de los diferentes desarrollos que deberán utilizar en cada uno de los momentos.
Esta vigésima etapa unirá las localidades de Saint Pée sur Nivelle y Espelette con varios tramos de ascenso entre los que destaca el repecho final, a tres kilómetros de la llegada, con una rampa de 900 metros al 10,2 por ciento y algún pico puntal que llega hasta el 15 por ciento y conocido en la zona como “Pinodieta”.
En esta jornada los más beneficiados pueden ser aquellos ciclistas que sin ser especialistas puros en la lucha contra el reloj hayan llegado al final de la Grande Boucle con una reserva mayor de fuerzas.
De la complejidad de la etapa da idea el que la organización ha establecido un promedio de 42 kilómetros por hora, muy por debajo de los habituales 50 kilómetros por hora habituales para esta especialidad, aunque algunos de los que la han reconocido estiman que estarán más cerca de los 50 que de otra cosa.