* Los juegos artificiales y el agradecimiento entre organizadores y participantes engalanaron la velada, que en esencia fue valorada también por importantes registros y la rigidez propia que causa el covid-19.
TOKYO
Después de 16 días de intensa competición, Tokio dio por clausurados este domingo sus Juegos Olímpicos y dio el relevo protocolario a París, sede de 2024, con la esperanza de una mejor situación sanitaria que la provocada actualmente por la pandemia del covid-19.
“Y ahora, debo poner fin a este viaje olímpico de lo más complejo a Tokio. Declaro finalizados los Juegos de la 32ª Olimpiada”, dijo el domingo Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), que habló también del mensaje de “esperanza” lanzado por el evento.
Para muchos, la figura de estos Juegos Olímpicos es la holandesa Sifan Hassan, quien se lleva de Japón tres históricas medallas en el atletismo, cuya conquista involucró asombrosas exhibiciones en el tartán, desde su imponente recuperación en la eliminatoria de los 1,500 metros tras sufrir una caída, hasta su extraordinario cierre de la prueba de los 5,000 metros para colgarse el oro.
Fue también en el Estadio Olímpico de Tokio, sede de las pruebas de atletismo, donde la venezolana Yulimar Rojas brilló como nunca antes, pues su anunciado ascenso a la cima se materializó con una impactante presentación en la prueba de salto triple, donde, además de colgarse la anhelada medalla de oro olímpica, se adjudicó los récords olímpico y mundial.
Instantes después de los discursos de autoridades y de las palabras de Bach, el pebetero, encendido el pasado 23 de julio por la tenista Naomi Osaka, apagó el fuego olímpico, mientras en los videomarcadores se leía un gran mensaje de “Arigato” (Gracias, en japonés).
Fuegos artificiales, a modo de fin de fiesta, ponían punto final a los Juegos Olímpicos más atípicos de la historia.