* El colombiano de grandes condiciones futbolísticas tuvo una vida desfasada en Junior, pero Dios le dio una nueva oportunidad para ser grande con su equipo Tigres de México.
REDACCIÓN TS
¡La vida da revanchas!, eso lo puede esbozar Luis Quiñones, un volante colombiano de gran corte en lo técnico, pero en su paso por el fútbol colombiano: por Santa Fe, Águilas, Patriotas y en especial por Junior de Barranquilla se caracterizó por su indisciplina, y su vida nocturna llena de jolgorio. Fueron tantos los excesos que un gran sector de la afición barranquillera lo denominó ‘Wiskhyñones’ , haciendo alusión a su gusto descomunal por el afamado licor y el desenfreno que éste le producía.
Seis años después de esos nefastos sucesos de conducta antideportiva, se reencuentra con una nueva faceta, ya más calmada y con la gran oportunidad de erigirse este jueves como uno de los mejores del mundo, cuando enfrente con su equipo Tigres de México a partir de la 1:00 pm al poderoso Bayern Múnich en la gran final del Mundial de Clubes.
Ya de hecho Quiñones hizo historia, al integrar el único equipo mexicano que llega a una finalísima del Mundo, también lo es de la Concacaf, confederación que nunca antes hasta la edición del 2020 había tenido a un representante en la disputa por el título.
Sin lugar a dudas, Dios quiere tanto a sus hijos que a pesar de sus conductas díscolas, los valora y les otorga nuevos retos para salir adelante.
