*Sí bien es cierto el mando del equipo bananero en la Copa Colombia lo habían destinado para Carlos Silva; no es mentira que el jefe de la misión samaria en el 2025 se llama Alexis García. /Opinión.
Se ha vuelto costumbre el demarcar fracasos en el Unión Magdalena. No contento con la paupérrima campaña que realizó el plantel en la Liga I de 2025, ahora se le suma la eliminación en la primera fase de la Copa Colombia, evento que en el 70% por ciento de las acciones se jugó con ‘pelaos’ de las canteras.
El empate a cero goles ante Llaneros, cuando a toda costa se tenía que ganar la contienda para acceder a la segunda fase, cayó como un verdadero baldado de agua fría para la afición magdalenense, que una vez más vuelve a censurar el direccionamiento de Carlos Silva y la poca entereza en el frente de ataque de hombres como Ricardo Márquez, que no pesan en el accionar de la institución.
Y es que el fanático samario empieza desde ya a preguntarse: ¿hacía dónde va Unión?, máxime cuando a través de los diferentes medios se expande las palabras del dueño del Unión, Eduardo Dávila, un día hablando del equipo en proyección augurando un mejor desarrollo con la adquisición de nuevos y mejores jugadores, y al otro día, lamentando un presente económico en donde da a reflejar que no se pueden traer piezas de suficiente relevancia y que al final son las que quiere ver el simpatizante magdalenense para dejar de ser el hazmerreír del balompié nacional.
Este 16 de junio empieza una nueva semana, y seguramente continuarán las tratativas, muchas de ellas supeditadas a la buena fe de algunos dirigentes de clubes como: América, Junior o Santa Fe, que quieran ceder a prestamos a algunos de sus activos o utilizando a un jugador de los mejorcitos que tiene Unión para cambiarlos por tres de irregular rendimiento, como siempre rindiéndole tributo a la cantidad y no a la calidad.
Que bueno sería que la solución para mejorar el segundo semestre llegara de una columna vertebral cimentada por el propio técnico Alexis García y con la anuencia de Dávila, en donde los que lleguen sean por convicción y no por solidaridad. O que sean recomendados por un personal de criterio y no basándose en el amiguismo, como ocurrió el semestre pasado en donde un histórico como jugador de nombre Gustavo Iturburo, le recomendó a un futbolista aficionado del Uruguay, que duró poco más de un mes en la institución por el pobrísimo nivel técnico, y lo que es peor recibido y aceptado en el mismo Unión, en ese entonces por el reconocido entrenador nacional e internacional Jorge Luis Pinto. Como quien dice: ¡Al mejor cazador se le fue la liebre!
